lunes, 10 de junio de 2019

Día #4: Kakheti (David Gareja & Signagi)

Con pena nos despedimos de Tbilisi, una ciudad que recomendamos sin ningún género de dudas. Tiene un algo especial, mucho encanto, esa mezcla del pasado, de lo que fueron a lo largo de tantos siglos y culturas diferentes; y el futuro, lo que quieren ser. 

Con puntualidad británica hemos recogido el coche de alquiler. Esta vez tenemos un Prius C. La C viene de Compact, y es un modelo híbrido que no se ve por Europa. 
Salir de Tbilisi ha sido fácil. El GPS ayuda, claro está, pero tampoco había mucho tráfico. 
Hemos parado a mitad de camino a hacer acopio de algo de agua y pan (por cierto, os hemos hablado del pan georgiano? Vaya delicia! Lo cocinan en unos hornos circulares y se vende por todos los sitios. Pero es que es una pasada de rico, hasta como aperitivo para ir comiendo por la calle.)

Hoy nos adentramos en la región de Kakheti, conocida por ser la cuna del vino, donde se originó su elaboración.

Pero antes, vamos a desviarnos a visitar  otro lugar histórico, en este caso, relacionado con la religión. Se trata del complejo de Monasterios de Davit Gareja. Este santo fue uno de los 13 padres asirios que viajó desde Tierra Santa en el siglo vi para expandir el cristianismo en el país. Cada uno de ellos se fue estableciendo en una zona, y al pobre Davit le tocó (o lo eligió) esta zona remota de Georgia. Es tan remota que hace frontera con Azerbaiyán. Y cuando decimos que hace frontera, es que damos fe de que hemos puesto nuestros pies en ese otro país. 

Los accesos para llegar hasta aquí son de lo peorcito. Creemos haber salvado al pequeño Prius aunque con los potholes enormes del camino, más de un susto nos hemos llevado (y el Toyota nos tiene que durar unos días más)
Sin embargo, el paisaje, cuasi desértico impresiona, con sus rebaños pastando, sus lagos secos salados, sus montañas de franjas de colores...






Desde el parking se accede fácilmente al primero de los monasterios, el de Lavra. Al atravesar la puerta principal, se accede a un complejo habitado por unos pocos monjes. 




Destacan las cuevas excavadas en la roca y la capilla donde está enterrado el santo y sus dos discípulos. 








Desde aquí, hemos comenzado la ascensión a la montaña. Venimos preparados con calzado y bastones, y con agua y comida. Primera parada, junto a la torre de vigilancia, para tener una mejor perspectiva del monasterio que acabamos de dejar atrás.




Aquí tenemos dos opciones, como en cualquier ruta circular que se precie. Optamos por subir, por donde casi todo el mundo opta por bajar. Primera parada, una capillita integrada en la pared rocosa, donde lo que más destaca es el sistema de recogida de agua ingeniado por los monjes que una vez habitaron estas paredes-cueva. 




La subida no es complicada, pero el calor apretaba y, con la excusa de sacar alguna foto al impresionante paisaje, pues servía para beber algo de agua y coger aire!


Una vez en la cima, se ve una pequeña ermita custodiada o rodeada de militares azeries (de Azerbaiyán) que protegen la frontera.







Hemos continuado el camino, por el borde de la montaña.

Desde arriba se podía ver los huecos donde están las cuevas del otro monasterio de este complejo, el de Ubdano. 

No teníamos muy claro por donde acceder, y cuál ha sido nuestra (triste) sorpresa, cuando los militares de la otra esquina de la montaña nos han dicho que no se podía pasar, que estaba cerrado el paso. No sabemos bien los motivos (su inglés es nulo), puesto que hasta hace unas semanas sí que se podía acceder. En fin, qué le vamos a hacer. Nos quedamos sin poder ver los frescos que hay en el interior de estas cuevas y que son importantes por su historia.



Hemos continuado el descenso, cediendo el paso a las personas que subían (ay qué poco madruga esta gente!), hasta llegar al parking y reanudar la marcha por esa carretera (ja ja). 

De nuevo en la vía principal, distintos pueblos se suceden en el camino. Cada uno especializado en alguna cosa, que aprovechaban para ponerlo a la venta en los arcenes. Teníamos ganas de probar las churchkhelas , esa especie de vela de colores que se vende por todo el país. Lo que pasa es que dicen que es en esta zona de vino, donde son la especialidad. Se trata de un hilo de nueces que se sumerge en un espeso zumo de uva con harina y que se deja secar al sol. Es parte del patrimonio inmaterial de Georgia y está realmente bueno, al menos el que le hemos comprado a este buen señor. 

Y degustando esta chuche georgiana que estaba de muerte... hemos llegado a la cuidad del amor (en Georgia lo tienen muy claro, Paris no lo es). Signagi es un pequeño pueblo de no más de 3000 habitantes que está encaramado en una colina y es un sube-baja constante, entre calles empedradas, balconadas preciosas y una muralla de casi 4 kilómetros que la rodea. Y las vistas al valle del Alazani allí abajo... y las montañas del Cáucaso allí arriba. 












Pero para los georgianos es la ciudad del amor porque aquí se pueden casar cualquier día del año a cualquier hora, como si de Las Vegas se tratara. Y alguna novia sí que hemos visto, por cierto...

La bienvenida de la guesthouse muy cálida acompañada de unos vinos caseros de cortesía. El tinto , vaya, se podía tomar... pero el blanco (color dorado) estaba un poco bastante peleón. Tendremos que probar alguno con etiqueta para poder comparar.

Pero lo dejamos para mañana. Ya que hoy con la cena no nos apetecía. Deliciosos los khinkali de queso, esa especie de dumplings, así como el pinchito de carne a la barbacoa, macerada en jugo de granada.



Seguiremos informando.


6 comentarios:

  1. Pues parece que os cunde y vais bien. Qué pena lo de las cuevas... Yo hice el camino en el otro sentido. A lo mejor así los militares (que estaban allí, claro) no se enteran hasta que has llegado y no te pueden poner pegas. Los "míos" parecían majos...y aburridísimos de estar allí perdidos. Mirad el lado positivo: así no os ha picado ninguna serpiente!!!
    Y las churchkhelas light, muy buenas, verdad??? Se nota mucho la diferencia entre las caseras y las de súper, por si queréis traer alguna. Muy embaladitas y no manchan nada, pero es otra cosa...

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  2. ¡Vaya forma mas graciosa de marcar una frontera!, ¿no?
    Disfrutar a tope del viaje que nosotros viajaremos con vosotros desde aqui!!!

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  3. Hola chicos , preciosa excursión . Una pena que no os hayan dejado pasar los militares.
    Por curiosidad,esos coches funcionan? o son parte del atrezzo?
    Besitos

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    1. Resulta curioso que el tipo de coche que más se ve por estas zonas más rurales sea este modelo tan soviético. Algunos son Lada y otros de otra parecida. En ambos casos dicen que son coches muy robustos, que duran un montón, que soportan todo tipo de terrenos, de meteorología, de carga...

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